FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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I. El imperialismo

Sobre los autores

 

John Newsinger


Newsinger

 

 

 

 

 

Profesor de historia británico referenciado dentro del marxismo. Su materia es la historia de trabajadores (mundial y británica), pero no se limita a ella, ha incursionado también en temáticas como la ciencia ficción y el cine. Posee una amplia bibliografía académica que se combina con publicaciones en revistas (New Left Review) y asesoramiento temático para la cadena BBC.

Comentario de Newsinger, John, “Elgin en China” en New Left Review Nº 15, julio-agosto 2002.

 El recorrido que realiza John Newsinger por la trayectoria personal y diplomática de James Bruce, quien fue representante del imperio inglés en bastas zonas del mundo, es simultáneamente una reflexión sobre las guerras coloniales del siglo XIX y sobre las mentalidades que las hicieron posibles.

El artículo está centrado en Bruce, octavo conde de Elgin y Kincardine, un londinense de origen aristocrático que encontró en las actividades diplomáticas una salida ante el empobrecimiento que había heredado, y que se destacó repetidamente en las misiones imperiales llegando a ser plenipotenciario británico al frente del cuerpo expedicionario anglo-francés en las guerras contra China de 1857-1858 y 1860.

Su experiencia como Gobernador de Jamaica (que fue posesión primero y luego colonia  británica entre 1655 y 1962) dejan ver que el Conde de Elgin tenía concepciones liberales en relación con la cuestión racial –fue el responsable de dirigir la isla en el momento en que se realizaba la transición desde la abolición de la esclavitud hacia la incorporación de la población negra en un mercado de trabajo moderno- y fuertemente clasistas a favor de los propietarios de plantaciones.

Su segundo destino diplomático fue Canadá. Enviado en 1846 como Gobernador General, había paralelamente logrado evitar el “contagio revolucionario” de la situación europea, modernizar la estructura de dominación política colonial y negociar un importante acuerdo comercial con los Estados Unidos.  El regreso exitoso a Londres en 1854 trajo consigo el nombramiento como alto comisionado y plenipotenciario británico en el Imperio Manchú, donde Inglaterra enfrentaba uno de los conflictos más importantes del siglo XIX, las guerras contra China por el opio. En su actuación en ellas demostró ser un buen servidor de los intereses británicos, arrasando con toda resistencia e imponiendo el Tratado Tientsin y la Convensión de Pekin, dos claves que consolidaron el dominio británico de un comercio que fue decisivo para la expansión del Imperio.

El conde de Elgin ha dejado registro en sus diarios y correspondencias de cuánto aborrecería la brutalidad imperial con la que su poder debía ser ejercido, llevando la “odiosa y detestable” guerra a límites extremos y consciente de las contradicciones de la mentalidad imperial que para ‘civilizar’ ejercía el terror sobre poblaciones civiles indefensas y actuaba con una absoluta insensibilidad respecto de los otros.  Pero como demuestra Newsinger, su crítica privada de la barbarie no le impidió dar la orden en medio de la guerra de hacer arder el fuerte de Dagu tras una serie de ‘masacres tecnológicas’ garantizadas por bombardeos de artillería o de incendiar vandálicamente el Palacio de Verano.  En su contradicción y en sus límites radica el interés histórico de su particular figura.

 

 

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