FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNLP

ISBN 957 950 34 0658 8

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I. El imperialismo

Sobre los autores

 

Paul Bailey

Paul Bailey

 

 

 

 

 

 

Profesor de Historia con formación académica en Inglaterra y Asia. su carrera incluye numerosos libros, ensayos y publicaciones. Estos reflejan su principal objeto de estudio: la trayectoria de China en el siglo XX abordada desde una perspectiva socio-cultural. Sus trabajos también abordan otras cuestiones como la problemática del género, la historia de la educación, y la historia de Japón.

 Comentario de Bailey, Paul, China en el siglo XX. Madrid, Ariel, 2002, Cap. 1 “El fin de la monarquía imperial”.

 En este primer capítulo de su obra Bailey analiza el derrotero de la última dinastía imperial china, la dinastía Qing de origen manchú (1644-1912) que llegó al poder luego de derrocar a la legendaria dinastía Ming.

El autor plantea de qué forma luego de consolidar con éxito un imperio pluralista y multiétnico, los Qing debieron enfrentarse a la creciente presión de las potencias industriales imperialistas, y a los conflictos internos potenciados por la inestabilidad causada por ese asedio extranjero, ante los cuales la dinastía sucumbió para dar paso a la primera república China.

Bailey describe en un primer momento de qué forma la dinastía se asentó en el poder y cómo, durante el siglo XVIII, China atravesó una etapa de prosperidad y estabilidad en base a un floreciente comercio marítimo que abastecía la demanda occidental de productos de artesanía china.

En un segundo momento el autor analiza el proceso por el cual los desafíos internos y externos sufridos durante el siglo XIX, alteraron esa tranquilidad. La amenaza de un  Occidente expansivo e imperialista (al cual también se sumó Japón) que exigía privilegios comerciales y de explotación, se hizo patente con la “apertura” de China a través de la Guerra del opio, el tratado de Nankín y los sucesivos conflictos y concesiones a las potencias coloniales. En ese marco, la emergencia de movimientos nacionalistas como los Taiping (1850-1864) que consideraban a la Qing como una dinastía extranjera, obligaron al estado imperial a encarar una serie de reformas conocidas con el nombre de ‘Autofortalecimiento’ que combinaba reformas modernizadoras con medidas sociales de inspiración confuciana. Contemporáneamente,  surgieron movimientos de reinterpretación del confucianismo que entendían que China debía abandonar una visión ortodoxa del mismo, competir con Occidente, desarrollarse comercial e industrialmente para apartar a los intereses económicos extranjeros.

A pesar de los intentos reformistas, la última década del siglo XIX encontró al imperio en una nueva derrota ante Japón y un acelerado proceso de pérdida de soberanía china en territorios controlados por potencias occidentales. La situación catalizó un proceso de agitación política coronado por la rebelión nacionalista de los bóxers en 1901, que inició la última etapa de la dinastía signada por una serie de reformas políticas, educativas y militares que tenían como objetivo  reforzar el poder de la dinastía pero que acabaron, paradójicamente, debilitándola aún más hasta desaparecer y convertir a China en una República.

 

 

 

 

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